El secreto para un jardín sano reside en saber entenderlo. El tamaño de un jardín es muy variable, desde los pequeños patios urbanos, pasando por parcelas suburbanas, hasta los vastos jardines de campo. También lo es su localización (geográfica y topográfica), como, por ejemplo, la cima de una colina soleada y expuesta al viento, o un valle protegido y sombreado.
También influyen el tipo de suelo -hablaremos de ello más adelante- y el microclima. Si no entendemos los factores concretos que afectan a nuestro jardín, resulta imposible saber que plantas seleccionar. Hay que tener en cuenta en que época del año se deben sembrar, cuándo aplicar las tareas de mantenimiento, etc. Conocer todos estos factores contribuye a que la experiencia hortícola llegue a buen fin.
Localización del jardín
Por localización se entiende la localización geográfica y topográfica del jardín, así como su orientación• norte, sur, este u oeste. Un jardín abierto y soleado es perfecto para plantas que provienen de regiones abiertas y soleadas. Mientras que un jardín protegido y sombreado precisa un tipo diferente de planta, en concreto, especies originarias de regiones protegidas y sombreadas.
Ademas de la localización del jardín, existe toda una serie de variaciones más sutiles de las condiciones que se conocen como «microclima».
Por ejemplo, aunque un jardín esté ubicado en un lugar más bien abierto y ventoso, la presencia de edificios o setos hace en realidad que el jardín quede relativamente protegido del viento y, por lo tanto, se caldee en verano. Los microclimas pueden llegar a ser realmente ‹micros». Por ejemplo, un muro caldeado y expuesto al sol que circunde un jardín sombreado, o bien la sombra a los pies de un árbol de hoja caduca en un jardín abierto.
Estos microclimas ofrecen muchas posibilidades a la hora de sembrar plantas que, en principio, no resultarían aptas para las condiciones generales de un jardín. Además, los microclimas se pueden crear o manipular para dar cabida a una mayor variedad de plantas.
Existen otras formas muy sencillas de evaluar las condiciones de crecimiento reinantes en una zona determinada. Un simple paseo por un parque público le permite obtener información sobre los tipos de plantas que son aptas para el jardín.
También puede fijarse en las platas que mejor crecen en los jardines colindantes al suyo antes de escoger las que va a sembrar. No de be olvidar que cada jardín tiene su propio microclima, por lo que conocerlo a fondo resulta imprescindible.
Orientación de su jardín
La forma más facil de averiguar la orientación de un jardín consiste en comprar o pedir prestada una brújula. Si no puede conseguir ninguna, fíjese bien en la trayectoria del sol durante el día. ¿está su jardín expuesto todo el día al sol, o solo durante algunas horas? ¿Esta siempre de sombra? Otra forma de averiguarlo es consultando un callejero en el que aparezca la casa con el jardín.
En este tipo de mapas no suelen aparecer los puntos cardinales, aunque el norte suele estar en la parte superior del mapa. Cualquiera da estos métodos le proporcionará la información necesaria para saber cuál ea la orientación de su jardín.
En el hemisferio norte, los jardines orientados al sur o al sureste son los que reciben mayor cantidad de sol durante más tiempo. Mientras que los orientados al norte son más bien sombreados, es decir, mas frescos. A los jardines orientados al oeste les da el sol por la tarde y a los orientados al este, por la mañana. En al hemisferio sur las condiciones se invierten, de modo que loa jardines más expuestos al sol son los orientados al norte, ya que el sol está presente durante casi todo el día.
Microclimas
El secreto para evaluar bien los microclimas radica en la observación. ¿Hay alguna parte del jardín que siempre está soleada incluso quedando el resto a la sombra? Ése sería un buen lugar para ubicar plantas que necesiten sol o para crear una terraza.
Dé un paseo por al jardín un día de viento en busca de rincones resguardados (por lo general al socaire de paredes o setos) y de áreas especialmente expuestas al viento.
Crear y modificar microclimas
La creación de microclimas en un jardín o la alteración de las ya existentes permite ampliar las posibilidades de plantación.
Control del viento
Se puede aumentar el resguardo de los jardines abiertos y expuestos al viento si se colocan plantas que actúen a modo de pantalla. En función del tamaño del jardín, pueden oscilar de setos hasta tupidas barreras de árboles y arbustos. Las barreras artificiales tales como edificios o muros proporcionan resguardo a áreas de su entorno más cercano, pero causan turbulencias de viento (el viento acelera a su paso por el muro y se arremolina tras él).
Las plantas, sin embargo, son permeables y, como consecuencia, el viento las atraviesa.
Detienen el viento de forma escalonada sin causar turbulencias. También se pueden adquirir diversos productos contra el viento. Por lo general con forma de redes que, fijadas a postes, actúan de modo similar al seto y protegen las plantas de forma muy efectiva.
El uso de estas redes en combinación con los setos resulta muy útil en jardines especialmente expuestos al viento. Esto es debido a que la red crea un microclima para el seto, lo que le permite a su vez un establecimiento mas rápido y aumenta el resguardo del jardín.
En jardines muy expuestos al viento, vale la pena considerar el hecho de plantar setos dentro y crear una serie de espacios cerrados con un mayor resguardo.
Control de la sombra
En un jardín sombreado se puede aumentar la luminosidad si las paredes se pintan de colores claros, de forma que reflejen la luz solar.
También se pueden podar las ramas más bajas da los árboles y los arbustos (lo que se conoce como «elevación de la copa»), o bien reducir la densidad de las ramas. Eso contribuye a aumentar la radiación solar que llega al suelo.